jueves, 29 de junio de 2017

Amor y orgullo

Nunca me había planteado escribir sobre este tema porque, desde mi punto de vista, aunque lo veo necesario, soy de ese tipo de personas que no creen en las etiquetas, ¿y por qué?

Porque nunca me han gustado. Toda mi vida a mí me han etiquetado como la "rara", la "friki", la "empollona", la "gorda" etc. Y también, desde que tengo uso de razón he tenido que ver, a través de las noticias o incluso en la vida misma como se llamaba "bollera" o "maricón" y sus variantes a personas que quizás no lo eran pero quiénes utilizaban esos apelativos lo hacían despectivamente.


Esos apelativos en sí no son malos, es decir, ¿qué hay de malo si eres bollera o si eres maricón? Es lo mismo que decir que eres lesbiana o gay. Y ser lesbiana, gay, bisexual o demás no es ningún problema. Al menos no debería serlo para nadie. Pero ya sabemos como funciona el mundo.


El problema viene cuando le concedemos el poder a la sociedad y a la gente de apropiarse de apelativos y otorgarles una connotación negativa que es socialmente aceptada.


Por eso, en este mes en el que se celebra el Orgullo LGBT+ quiero dejar claras mis posturas respecto a este tema:


1. Es cierto que estoy en contra de las etiquetas. Si por mi fuera no existirían ni lesbianas, ni gays, ni bisexuales, ni transexuales, ni intersexuales, ni demisexuales etc. Y no lo digo porque sea LGBTfóba, todo lo contrario. De hecho, ayudan a visibilizar a los colectivos y dar cuenta de la diversidad de géneros y sexualidades que existen. Cuando hablo de eliminar estas etiquetas, me refiero a que estos géneros y sexualidades deberían estar normalizados en pleno siglo XXI y solamente tendríamos que hablar de personas que aman a personas. Sin ninguna distinción. Sin ningún rasgo de represión, opresión o represálias contra ellos como a día de hoy aún existe.

2. En un mundo donde las personas vivimos aparentemente protegidas bajo un decálogo de derechos humanos, deberíamos ser libres de amar a quien quisiéramos sin que fuéramos castigados por ello, y no es así. Aún quedan países que castigan físicamente incluso hasta el asesinato a personas que se han enamorado de otras personas de su mismo género. Y pienso yo, ¿qué problema tienen los gobernantes de esos países? ¿En qué les afecta que una mujer ame a otra mujer o que un hombre ame a otro hombre? ¿Qué problema les supone el AMOR, uno de los sentimientos más puros y sinceros que hay en este mundo tan lleno de maldad? Y ahí es donde esta el problema. Con amor se han iniciado revoluciones que han cambiado vidas a lo largo de la historia. El amor por un país, por una nacionalidad, por una identidad e incluso por una persona han hecho frente y han vencido a muchos movimientos bélicos. Sin embargo, estos países que hoy en día oprimen al colectivo, lo único que están consiguiendo es que, gracias al amor, un día se rebele y lo cambie todo. O al menos, eso espero.

3. Stonewall fue sólo el principio y, por desgracia, todavía queda mucho por lo que luchar, por eso, veo muy necesario el apoyo a este colectivo. Cuanta más gente salga a las calles y se movilice, algo cambiará. El mundo tiene que ver la esencia de aquello que empezaron varios miles de personas hace 48 años aún está aquí y aún tiene fuerza. 

4. ¿Por qué me implico tanto en este tema? Son varias las razones.
Los que me conocéis, sabéis que me implico (en mayor o menor medida) con todo aquello que implique movilizarse contra injusticias, por ejemplo, la ley de educación de mi país y todo lo que ésta conlleva.

Cada día que pasa estoy más harta de ver como este mundo se va a la mierda. Estoy harta de ver como cada día aumentan el número de mujeres asesinadas por violencia machista. Estoy harta de ver como los inmigrantes y refugiados pelean por encontrar un lugar donde tener una vida mejor y que los gobiernos se lo impidan. Estoy harta de ver como el señor Trump (por llamarle de alguna manera) esté llevando a EE.UU y al mundo a una época que posiblemente acabe en guerra. Estoy harta de ataques terroristas (incluyendo los bombardeos a Siria, Afganistán etc.) Estoy harta de que estudiar, ir al médico o encontrar trabajo en mi país cada día sea más difícil. Estoy harta de la explotación infantil, del acoso a menores y adolescentes. Y, centrándome más en el tema LGBT+, estoy harta de ver como se toman represalias contra personas que aman a personas. Estoy harta de ver agresiones LGBTfóbas por parte de sectores radicalizados cuyo único objetivo es restablecer unas ideologías y unas creencias que ya no tienen cabida en este siglo. La impotencia de ver como no lo consiguen hacen que el foco de su ira sean personas que no están haciendo daño a nadie con sus actos y que ellos, los sectores radicalizados, lo ven como una ofensa, tal y como hacen los gobiernos de otros países (como ya he mencionado antes). Estoy muy quemada con todas estas cosas y siento que debo colaborar de alguna manera, y quiero implicarme aunque yo no sea de gran ayuda, pero cuantos más nos impliquemos, más oportunidades tendremos para cambiar estas situaciones.

5. Por último y para acabar, nunca me he visto ni me veo en necesidad de aclarar mi orientación sexual. Algunos darán por supuesto que soy hetero, pero yo no veo la necesidad de encasillarme ni de etiquetarme. Sí, he estado enamorada de un chico y me han atraído otros, pero eso no implica que vaya a ser así el resto de mi vida y desde hace un par de años tengo asumido que, llegado el momento, quizás me enamore de una chica, o de un chico transgénero, o de una chica transgénero... ¿Que qué soy? Soy una persona que tiene el corazón abierto a cualquier persona que me pueda ofrecer amor, cariño y comodidad entre otras cosas, sin importar género o sexualidad. Soy así y me siento orgullosa de no etiquetarme.


No hay comentarios:

Publicar un comentario