Llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que
ya no eres un niño. Te gustaría serlo eternamente pero no puedes. Tienes que
empezar a pensar, sentir y vivir como un adulto cuando tan solo eres un
adolescente perdido y rodeado de momentos trágicos a tan corta edad. Con solo
15 años, has aguantado como se reían de ti, como te trataban por ser diferente,
como te pegaban cada vez que salías del instituto... Tuviste que aprender a ser
independiente tú solo y a muy corta edad. Te ha tocado aguantar solo como la
gente te pisoteaba. Has sentido muchas veces que estabas en un precipicio, a
punto de saltar, y que no había nadie abajo a quién le importaras o que
intentara salvarte. Pero siéntete orgulloso de ti mismo, porque con 15 años has
aprendido, antes que nadie, en que no hay que fiarse de las apariencias, que tu
mejor amigo puede ser tu peor enemigo en unos segundos, que hasta tu sombra
puede traicionarte y que los demonios que te persiguen, en los momentos de
angustia, puedes evitarlos. No llores por un pasado pisado. Un pasado que no
merece ser recordado. No recuerdes nunca más a esas personas que te hicieron
tanto daño cuando estabas más débil ni a los amigos que te dejaron de lado
porque eras diferente o les dabas vergüenza. Nunca, nunca, nunca, dejes de
luchar por ti mismo. El mayor regalo que puedes hacerte a ti mismo es vivir.
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