miércoles, 7 de diciembre de 2016

No te quiero pero siempre lo haré

No quiero ponerte un punto final. Y debería hacerlo, pero no puedo. En su lugar, pondré puntos suspensivos a mi herida y seré lo suficientemente masoquista como para permitirme seguir enamorada de ti a pesar de que lo nuestro es condenadamente imposible. 

Pero te quiero y es un hecho consumado. Y voy a aferrarme a este sentimiento, aunque me haga más daño, pero ya nada más puede destruirme después de todo este tiempo, después de tanto tiempo engañada y envuelta en una mentira, en una falsa ilusión. Voy a aferrarme a lo único bueno que he sacado de todo esto: he aprendido a querer a alguien. A querer a alguien de verdad. A querer tanto a alguien que hasta duele.

Cierro los ojos y siento tus manos recorriendo mi piel, en una tenue caricia, y entonces un escalofrío me recorre desde la epidermis hasta mi corazón. Me encantaba esa sensación, ¿sabes?
Era la misma sensación que cuando te subes a una montaña rusa por primera vez, un estómago embadurnado de nervios, pero de nervios bonitos, de nervios que sólo pocas personas, quizás sólo una, son capaces de hacerte sentir en toda tu vida. Y merecía la pena.

Merecía la pena tener esperanza, y aunque me duela saber que ahora ya no tengo nada, me aferraré a lo que un día tuve, a lo que un día llegué a sentir: un corazón vivo.

Sé que quizás nunca vuelva a sentir algo así por nadie pero, si en algún momento me lees y sospechas quién soy, te doy las gracias por esta pequeña esperanza y por haberme enseñado a amar puramente con el corazón.





lunes, 5 de diciembre de 2016

Carta de William Shakespeare

Aprenderás

Después de algún tiempo...

Aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma; y aprenderás, que amar no significa apoyarse y que compañía, no siempre significa seguridad. Comenzarás a aprender; que los besos no son contratos, ni regalos ni promesas. Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y no con la tristeza de un adulto; y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de mañana es incierto para tus proyectos y el futuro, tiene la costumbre de caer en el vacío.

Después de un tiempo...

Aprenderás, que el Sol quema si te expones demasiado. Aceptarás; incluso, que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas.
Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma. Descubrirás que lleva años construir confianza; y apenas unos segundos destruirla, y que tu también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida.
Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias; y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida y que los buenos amigos, son la familia que nos permiten elegir.
Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que lo amigos cambian. Te darás cuenta de que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa; o simplemente nada, sólo por el placer de disfrutar su compañía. Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan; y por eso siempre debemos decir a esa persona que la amamos, porque nunca estaremos seguros de cuándo será la última vez que la veamos.
Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tiene influencia sobre nosotros, pero que nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos. Comenzaras a aprender que no nos debemos compararnos con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar. Descubrirás que lleva mucho tiempo llegar a ser la persona que quieres ser; y que el tiempo, es corto.
Aprenderás que no importa donde llegaste; sino a donde te diriges, y si no lo sabes, cualquier lugar sirve.
Aprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlan; y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación: Siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes, son las personas que hicieron lo que era necesario enfrentando las consecuencias.
Aprenderás que la paciencia, requiere mucha práctica. Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que ayuden a levantarte. Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de la experiencia, que con los años vividos.
Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti, de lo que supones.
Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes; y sería una tragedia si lo creyese, porque le estarás quitando la esperanza.
Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho a ser cruel. Descubrirás que solo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero no saben cómo demostrarlo. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien; algunas veces, tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.
Aprenderás que con la misma severidad con que juzgas; también serás juzgado y en algunos momentos, condenado.
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles.
Aprenderás que el tiempo no es algo que puedes volver hacia atrás; por lo tanto debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores. Entonces, y sólo entonces, sabrás realmente lo que eres capaz de soportar; que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas, cuando creías que no se podía más. Es que realmente la vida vale, cuando tienes el valor de enfrentarla. 



domingo, 4 de diciembre de 2016

El fin de mi esperanza

En un segundo se rompió la esperanza.

Leía y leía tratando de comprender cómo cualquier pizca de esperanza se desalojaba de mí. Y mis lágrimas brotaban sin que apenas me diera cuenta. Brotaban mientras trataba de comprender cómo o por qué todo había terminado.
Nunca tuvimos nada pero siempre me había dado esperanza, quizás por la forma de ser que tenía conmigo (y bueno, con el resto de chicas también, pero eso no me importaba en la medida en que pasáramos tiempo juntos).
Hubo un tiempo en el que me había hecho sentir especial, como si mi vida valiera la pena sólo por tenerle a él en ella. Aunque yo le quisiera y él a mí no, pero en el fondo tenía un 1% de esperanza de que algún día quizás me llegaría a querer.

Esa esperanza ya no existe. Ya no tengo nada. Sólo una profunda sensación de vacío en mi pecho que no se cómo llenar. Y duele. Es como si hubiera vaciado la sangre que bombea mi corazón.
Me falta la esperanza que él me daba cada día, sólo con verle, aunque no hablásemos, aunque lleváramos meses sin ser los que eramos al poco de conocernos.

Pero no puedo estar triste, no quiero, porque sé que él es feliz, sé que lo será. Sé que encontrará a la persona que busca y que se merece, a pesar de que no puedo ser yo, pero al menos encontrará a alguien, que es más de lo que puedo decir de mí.

Fue mi primer amor y me siento orgullosa de decir que con 17 años ya conozco lo que es estar enamorada, y con conocer esa sensación, me sirve. Así que no lo considero como un error en tanto en cuanto me ha enseñado a quererle de verdad, a anteponer su vida por la mía y a atreverme a hacer cosas que jamás creía que haría por mí misma. Me ha enseñado a vivir y a valorar mi vida de cierta manera.

Por eso, no estoy enfadada con él ni le reprocho nada (aunque por supuesto me hubiera gustado saber todo esto antes de haber dejado que mi esperanza y mis sentimientos por él crecieran), sólo quiero que él sea tan feliz como él me hizo a mí con su amistad, con su forma de ser.

Le quise, le quiero y le querré, y por eso tengo que dejarle ir para permitirme ser feliz y olvidarle.


sábado, 3 de diciembre de 2016

YO SOY

Llega esa persona gritándome que por qué no me
quiero,
pero yo me río,
porque no se ha dado cuenta de que ella es el motivo.

Soy una chica complicada, me dice,
cuando no tiene ni la más remota idea de todo lo que
pasa por mi mente.
Tiene razón,
y exagero,
y me entra paranoia,
y soy sensible,
¿y?
Lo que no se ha dado cuenta es que me he perdido a mí
misma para no perderle
a él,
porque me importa más que nada,
pero ¿eso qué más dará, no?
Vaya estúpida estoy hecha, es lo que piensa.
También tiene razón.

El mayor problema de mi vida es que todo me importa,
al igual que me emociono con el más mínimo detalle,
me ahogo en un charco de agua.
Y os preguntaréis el porqué.
Por qué seré así con las personas que no lo merecen,
que dicen que les importo cuando en realidad no es así.

Pues porque una persona, que ni siquiera se aprendió
mi nombre, una vez me dijo que eso era amor.
Que no tenía que sentirme estúpida por querer a alguien
que no me quería
de la misma forma,
porque realmente eso era amar,
querer.

No sé por qué lo creí,
porque para mí el amor ha pasado a significar dolor.
Dolor por ver cómo la gente se va de tu vida,
dolor por ver cómo te sustituyen sin ni siquiera mirarte
de reojo por última vez,
dolor por sentir que no vales para ellos todo lo que ellos
valen para ti,
dolor por ser tú y que todo lo que haces no sea suficiente.

El amor es dolor.
Y unas veces puede valer la pena y otras no,
pero nunca sabes cuándo esa vez es la correcta.

No sabes si es mejor quedarte e intentarlo una vez más,
o irte y pensar que todavía quedaba algo ahí.

La cuestión es que yo soy el desastre aquí.
Yo soy la que espero y espero cosas que sé perfectamente
que no van a ocurrir,
pero aún así espero,
por si acaso.

Yo soy la que termino pidiendo perdón, por miedo a
perder, otra vez.
Yo soy la que tiene la culpa.
Yo soy el problema.
Y se acabó.


Un paraguas roto; Anne @invierns

sábado, 13 de agosto de 2016

Mi noche y tus Perséidas

Anoche evocaba tu recuerdo en el brillo de las Perséidas, pues tu recuerdo, tu presencia, fue tan fugaz como ellas.
De repente supe por qué esas estrellas me recordaban a ti: esas estrellas eran el brillo de tus ojos, esos dulces ojos castaños que irradian una permanente felicidad contagiosa cada vez que los miro.
No lo voy a negar, no quiero ni puedo; me gustaría que fueses algo más que una Perséida, que una estrella fugaz, en mi vida; pero últimamente me conformo con poco.
Estuve mucho tiempo mirando al cielo esperando a que aparecieran, a que desaparecieran... esperando a que ocurriera algo. Pero nada. Solo contemplé la oscuridad de la noche, y fue ahí dónde comprendí lo que siento cada vez que te veo: impotencia. Impotencia por no poder hacer nada, por no poder cambiar nada. Por no poder evitar sentir que estoy enamorada de ti, que aún sigo enamorada de ti. Que eres esa Perséida que nunca dejaré de esperar, que nunca dejaré de mirar y que nunca la tendré lo suficientemente cerca para susurrarla, para susurrarte, te quiero.