martes, 30 de noviembre de 2021

Pensamientos intrusivos de madrugada

Lo que más pesa del olvido son los recuerdos que borra. Cosas tan simples como la voz de una persona o el sonido de su risa. No sé si es por el tiempo o porque finalmente he aprendido a pasar página y a mirar por mí.

Hay tantas personas que han pasado por mi vida estos últimos tres años y que ya no están, que no puedo permitirme seguir viviendo con su recuerdo. Pese a que me gustaría borrar todos los buenos recuerdos y únicamente recordarles por el dolor que me han causado, no puedo. Porque el rencor va a terminar asfixiándome.

Lo único que puedo hacer es convivir con esos recuerdos, seguir adelante y, de vez en cuando, recordar a la persona que fui con ellos y sentirme orgullosa de mí misma. Porque de ese dolor he aprendido algo importante: que no soy yo la que debe sentirse mal por haber dado todo lo bueno que tenía para dar, son ellos los que deberían sufrir por no haber sabido valorarlo.

Aún me queda mucho trabajo por hacer. Aún hay días en los que me miro al espejo y no me gusta nada en absoluto de lo que veo. Hay muchísimas cosas que cambiaría de mi físico, pero que por circunstancias psicológicas no soy capaz de hacer. Hay cosas que nunca cambian ni lo harán, pero lo voy afrontando poco a poco.

Sin embargo, estoy contenta con cómo ha cambiado mi actitud frente algunos problemas y algunas personas. Antes siempre agachaba la cabeza, me sometía a las personas para complacerlas. Ahora, aunque a veces lo sigo haciendo, soy capaz de plantarles cara y de darme un poco a valer.

Me gustaría poder decir que mi prioridad soy yo, que a partir de ahora voy a cuidar de mí misma y que no voy a perder más tiempo ni más dignidad por personas que no dan lo mismo por mí, pero admito que aún tengo que trabajar en ello y, hoy por hoy, sigo sin ser capaz.

Ser feliz es un concepto demasiado abstracto y utópico como para llegar a plantearme que algún día lo podré ser, pero una pequeña parte de mí, la que no suele ver nadie, la que disfrazo y oculto bajo un millón de escudos, se ve en un futuro feliz, en una casita de campo, o en la playa, con una familia. Me veo en un futuro pensando en la chica que hoy escribe y diciendo: "al final has podido, ha sido duro, sé que has estado muy triste y que todo era oscuridad, pero hoy tienes el amor de una pareja maravillosa y de un niño y una niña preciosos. Todo lo que has dado no ha sido en vano. Te merecías vivir para llegar a esto."

Acabo de graduarme. Soy periodista oficialmente. Aún no tengo empleo, pero no quiero pensarlo ni obsesionarme con ello porque por experiencia sé que me va a llevar a sitios oscuros. Y bastante tengo ya con lo que tengo. Quiero tener la esperanza de que algún día todo mejorará en todos los sentidos de mi vida. Quiero tener la esperanza de poder acostarme alguna noche y no preguntarme para qué y por qué mis padres decidieron traerme al mundo.

Sé que aún me queda mucho que sufrir, que llorar, pero aunque nadie la sabe, tengo un poquito de esperanza en el cambio. Aunque sea muy pequeño.

Me merezco vivir y me merezco ser feliz, aunque por ahora, la vida no este de acuerdo conmigo.