lunes, 16 de enero de 2017

Adicción

Ha pasado un tiempo pero parece que ya me encuentro mucho mejor. El dolor ya no escuece tanto. Los primeros meses fueron horribles: todas las noches llorando, mañanas amargas escuchando mi lista maldita de Spotify. A pesar de todo, algunas cosas han vuelto a la normalidad, de hecho, todavía quedan atisbos de cómo era antes. No sé cómo llamar a esto: puede que sea amistad... pero tampoco es que sea la misma amistad de antes. Hemos crecido, hemos cambiado, hemos atravesado una larga época distanciados y todo se ha enfriado, pero este probablemente sea el último año en el que pueda crear recuerdos y sonrisas a su lado, no quizás de la forma que deseo pero si de una forma que me hace medianamente feliz, y pienso aprovechar cada segundo y cada aliento que pueda compartir con él. Algún día quizás pueda pasar página, pero ya he asumido que no va a ser ipso facto. Voy a necesitar tiempo y distancia, y eso lo lograré a partir del año que viene. Puede que él estuviera preparado para contarlo, pero yo no lo estaba ni lo estoy para asumirlo. Sin embargo, sé que algún día lo haré.

Al fin y al acabo el primer amor marca mucho. En mi opinión demasiado. Te construye y destruye. Te destruye cuando amas demasiado, te construye cuando te aman igual. El problema es cuando no lo hacen.